La Campana SONARA SIEMPRE en el Monumental...

La campana se silenció

El hincha número uno de Barcelona le heredó su campana a su hijo menor.

Considerado el hincha número uno de Barcelona. El amor que sentía por su equipo era tan grande que alguna vez se atrevió a vaticinar que su pasión torera no terminaría ni con su muerte.

Julio Espinoza Campos, más conocido como El Hombre de la Campana, fallecido el pasado sábado, tal vez tenía razón en lo que anticipaba.

Por ello su última voluntad será cumplida. Hoy, cuando sea sepultado, llevará en la cabeza un cintillo de la institución torera y antes, en su velatorio se escucharán canciones de su equipo. Así también lo dejó ordenado El Hombre de la Campana, uno de los íconos barcelonista.

Espinoza, nacido en Daule el 12 de septiembre de 1926, alentaba a Barce
lona con el sonido de una campana que se convirtió en un clásico en los estadios del país.

“Siempre iba al estadio acompañado de su campana y decía que nunca iba dejar de sonar”, manifestó Jacinta Aguilar, viuda del hincha.

La campana original que usó Espinoza era un triángulo de metal con el que tropezó en la estación de trenes de Durán. “El golpe me dolió, pero en el suelo me vino la idea
de utilizar ese triángulo para alentar al equipo de mis amores. La gente me conoció como el Loco de la Campana”, comentó Espinoza al Mayor Diario Nacional, en febrero del 2006. Agregó Espinoza que “poco tiempo después un amigo llegó a ofrecerme el aro de una llanta, que se convirtió en la nueva campana”.

Aguilar lamentó que hace un año Espinoza tuviera que venderla para atenderse de una enfermedad. “A él le dolió mucho despojarse de su vieja campana. Un buen tiempo estuvo sin ella, pero hace casi un año adquirió otra”, indicó.

Julio Espinoza lo explicó así: “Muchos me dijeron que no lo haga, pero nadie me ayudó a conseguir el dinero que requería. Un día llegó a mi casa un colombiano que vive en los Estados Unidos y me ofreció 500 dólares por ella. Con todo el dolor del alma la tuve que vender”.


¿Con el fallecimiento de Espinoza la campana dejará de sonar en el Monumental?, un rotundo no fue la contestación de su viuda. “Bolívar Espinoza, el conchito de la familia, será el encargado junto con todos nosotros de heredar la misión de que el sonido de la campana no desaparezca”, manifestó Aguilar.

Bolívar Ronaldo, de 10 años, es el último hijo del Hombre de la Campana.

“Mi papi siempre me decía que cuando él muriera desde el cielo me iba a cuidar y me iba a ver haciendo sonar la campana en el estadio”.


Nebot acudió a velorio
Al velatorio de Espinoza, que se realiza en su domicilio (Sucre y la Octava), acudieron ayer familiares y aficionados que llegaron con camisetas de Barcelona.

Además asistió el alcalde de Guayaquil y presidente vitalicio de los toreros, Jaime Nebot, junto al vicealcalde Luis Chiriboga Parra.

También Galo Roggiero aseguró que El Hombre de la Campana recibirá un homenaje. “En el museo de nuestro equipo en Puerto Santa Ana vamos a rendir tributo a este hincha que nunca abandonó al equipo”.


Lo dijeron

Galo Roggiero
PRESIDENTE DE BARCELONA
“Barcelona ha perdido a uno de sus hijos preferidos. Nunca lo abandonó (al equipo) y siempre lo apoyó en las buenas y las malas”.

Juan Madruñero
EX JUGADOR CANARIO
“Hemos perdido a un verdadero aficionado de Barcelona. De él

sí se puede decir que era un hincha a muerte; es parte de la historia torera”.

Jaime Galarza
EX FUTBOLISTA
“Los barcelonistas han perdido un ícono. Fue un ejemplo para todo el Ecuador, porque Julio Espinoza también le dio su apoyo a la selección”.

Jimmy Espinoza
HIJO DE JULIO ESPINOZA
“Para mi papá si uno de sus hijos (tuvo once) le salía un emelecista, él decía que ese no podía ser hijo suyo”.


Fuente: Eluniverso.com

El cadáver fue velado en casa de un hijo, en la OCTAVA y Sucre
¡Dejó de sonar la campana de Barcelona!
Un paro cardiaco acabó con la vida del popular “Hombre de la campana”, el hincha # 1 del Barcelona. Murió pobre.

Julio Agustín Espinoza Campos murió a los 82 años y la campana de Barcelona dejará de sonar. El popular personaje que jamás se perdió un partido del Ídolo del Astillero, no resistió un paro cardiaco fulminante y su alma partió al seno del Señor a las 16:30 del sábado. Espinoza era el hincha número 1 de Barcelona y por eso sus familiares lo velaron con su camiseta, su gorra y la tradicional campana con la cual alentaba desde la tribuna al equipo de sus amores, Barcelona, así como a la Selección Nacional. Su deseo era que lo entierren con los colores del equipo torero, al cual no pudo ver campeón en los últimos años. Desde pequeño se dedicó a vender revistas, periódicos y camisetas en Boyacá y Vélez. Luego apareció Barcelona y se enamoró tanto del equipo, que hasta dejaba de comer, para asistir al estadio.


Murió pobre
El popular "Hombre de la campana" murió pobre. Apenas le deja a su esposa y su hijo de 10 años, una vieja camioneta que siempre la tuvo pintada de amarillo. Ni siquiera una casa logró comprar. Vivía alquilando un cuarto en la calle Sucre 903 y la Octava en Guayaquil.

"Ojalá alguien ayude a su hijo de 10 años que ya no tendrá el sustento de su padre. Por lo menos con una casa y una beca de estudios" comentaban los vecinos.
La campana

La campana que últimamente llevaba al estadio, la cargaba con ayuda de su pequeño hijo que era su fiel compañero.
Espinoza hizo historia con su campana. Primero inició alentando a su equipo favorito con un aro de carro, luego un triángulo de acero, después llegó la campana. Un marino mercante que llegó a Durán, se la regaló y desde allí iba al estadio con su inseparable instrumento.

La vendió
Hace un año Julio Espinoza estuvo a punto de morir y tuvo que vender la campanita a un coleccionista extranjero, porque ya no tenía dinero para las medicinas. "
No tuvo ayuda de la gente a la cual él apoyaba en los estadios y por eso tuvo que venderla", recalcó su esposa Jacinta Aguilar. Una vez recuperado, volvió a comprar una campana, la misma que ahora queda como única herencia para el último de sus hijos.

Todo fue rápido
La muerte de Julio Espinoza ocurrió en cuestión de horas. A las 3 de la madrugada del sábado sintió escalofrío y sus necesidades biológicas eran con sangre. La familia lo llevó al médico y estuvo internado hasta las 16:30 de ese mismo día en que el corazón le dijo hasta aquí nomás.

Su esposa agradeció al Ab. Jaime Nebot y al Ing. Luis Chiriboga Parra, porque fueron los únicos que se hicieron presentes y trataron de ayudarlo en su última recaída. Su cuerpo será sepultado a las 12:00 de hoy en el Cementerio General.

Hasta siempre "Hombre de la campana".

Fuente: Diario-extra.com

El Barcelona extrañará al ‘hombre de la campana’

El intenso movimiento propio de un inicio de semana en la esquina de Chile y Aguirre, en los exteriores del Correo, no será hoy el mismo. Allí, en medio del incesante tránsito no estará más el sonido de la campana de Julio Espinoza.

En su negocio de revistas y objetos relacionados a su Barcelona, Emelec y la Tricolor, iniciado primero en una vieja camioneta Datsun pintada de amarillo y rojo, y luego en un quiosco tras la regeneración urbana, bastaba con sonar su instrumento para que los carros hagan s
entir sus pitos o los hinchas a pie lo saluden.

A los 81 años, el ‘Hombre de la campana’ murió el pasado sábado y con él una historia de alegrías y amarguras alrededor del club más popular del Ecuador.

Nació el 13 de septiembre 1926 en Daule. Tras la separación de sus padres, Hilda Campos, su madre, lo llevó a Guayaquil cuando apenas tenía dos años. Poco después fueron a Jujan donde vivió hasta cumplir los 25. Entonces regresó para casarse con Ángela Mateus, y también con Barcelona.

A los 18 años, con un grupo de amigos, viajaba ocho horas en lancha para ir a ver al Barcelona en el viejo estadio Ramón Unamuno. Era 1944 y la rivalidad con Eme
lec comenzaba a cocinarse. “En ese tiempo pagaba cinco centavos por una general. La entrada más cara era de 1 sucre que es lo que ganaba una persona que trabajaba ocho horas en el campo”.

Luego, ya afincado en Guayaquil iba al Capwell y con un par de fierros viejos hacía bulla.

Su relación con la campana fue accidental. En 1950 comenzó en Durán en la venta de diarios y revistas. Iba en tren hasta Bucay.

En el invierno de 1954, en el muelle de Durán, mientras llevaba el paquete de diarios en su espalda, resbaló y cayó al río. Sintió un fuerte dolor en su pierna. Del lodo sacó un viejo aro de llanta.

“Ahí mismo me senté y me puse a llorar. Había perdido lo qu
e había invertido. Con el aro en la mano volví a Guayaquil y en el trayecto me acordé de Barcelona y me dije ¡con esto haré barra por mi equipo!”, recordaba.

Esa campana, por la que le dieron el famoso apelativo, la tuvo 22 años. En un cambio de casa, y mientras Espinoza estaba en la calle, su esposa la botó a la basura. Al regresar estalló en cólera. Fue a buscar entre los desechos pero los basureros se la habían llevado. Luego tuvo un triángulo de metal y compró una campana con la que recorrió los estadios.

Luciano Macías, ex capitán torero, recuerda que una vez en Lima, con todo el público en contra, de pronto oyeron un sonido familiar. Era la campana. Eso les levantó el ánimo y empataron.

Juan Madruñero, figura ‘torera’ en la década del 70, escuchó la campana por primera vez hace 37 años: “Estábamos concentrados en un hotel antes de un clásico. Escuchamos la campana a las 07:00 y nos despertamos. Esa vez ganamos 2-0”.

Espinoza murió sin recibir el homenaje que siempre esperó de Barcelona: la entrega de un terreno para construir su casa.

Recién en 1997 recibió, de Xavier Paulson, un pase indefinido para ingresar gratuitamente alMonumental. Desde la construcción del estadio le habían ofrecido
una localidad de por vida.

Con su campana, Espinoza acompañó a Barcelona por tierra, a Chile, Perú y Colombia. También estuvo en EE.UU.

Fuente: Elcomercio.com

La campana no volverá a sonar en el Monumental
Julio Espinoza es sepultado hoy en el Cementerio general

Barcelona estuvo a punto de bajar de categoría antes del inicio de los sesenta, entonces los hinchas defraudados por la mala actuación de los toreros abandonaron al equipo. Sin embargo, camuflado en el vacío de las gradas se divisaba una sombra, que no se cansaba de golpear una campana para alentar al Ídolo.

Julio Espinoza Campos, más conocido como “El hombre de la campana”, hizo bailar al son del sonido metálico a una hinchada por más de 50 años. A los 81, aquejado por una complicada úlcera que se empecinó a borrar su habitual sonrisa, falleció el pasado sábado, a las 16:00.

Desde el Alcalde de la ciudad, Jaime Nebot, hasta reconocidas ex glorias del Barcelona, como Juan Madruñero; amigos y vecinos se congregaron en un velorio con olor a barrio, y que cambió el tradicional negro fúnebre por el amarillo, para despedirse por última vez de la figura emblemática del cuartel torero.

Quien una vez contó con energía desbordante en la tribuna del Monumental se encontraba ahora inmóvil. Desde el sábado descansa bajo un saco azul oscuro, adornado con un pin del Ídolo cerca del corazón. Y una gran campana sobre el sarcófago pisa una camiseta amarilla.

Comenzó con un fierro, luego con un aro de llanta, pasó por un triángulo y terminó con una campana, que le regaló un capitán del buque Guayaquil, en el 60, y que Espinoza tuvo que empeñar en el 2002 para costear su tercera cirugía al corazón.

“Le dieron 500 dólares, hubo que venderla para salvarlo”agrega su hijastro Segundo Márquez, mientras cuelga en la caja un recorte de diario titulado “moriré con mi bandera y mi campana”, situación ahora real.

En las afueras de la casa los niños corren inquietamente, mientras los mayores de edad fuman para calmar los nervios. Miran detenidamente el portal de la casa, que ahora viste con un telón de terciopelo turquesa, y un rótulo grande que reza “Funeraria Terán Jiménez”.

Los de “La Sur Oscura” se preguntan quien llenará el vacío de las calles de Aguirre y Chile, donde Espinoza se parqueaba para vender artículos toreros.

Jacinta Aguilar, su última compañera sentimental, acaricia con la mirada perdida un cuadro al óleo del hincha amarillo “en sus años mozos”, con el pelo sin canas y aire vigoroso.

Uno de los tantos visitantes al velatorio pisa el banquillo, persignándose lanza un grito entre lágrimas: “¡viejito, haz buena barra desde arriba, para ver si este año... salimos campeones!

Fuente: Expreso.com

La campana no sonará nunca más.

El hincha número uno de Barcelona, Julio Espinoza, pasó a otra vida luego de sufrir un paro cardiaco.

Su deceso ocurrió aproximadamente a las 16h30 locales (21h00 GTM) en las instalaciones del hospital Luis Vernaza según informaron sus familiares.

Su velatorio se realiza en lo que vida fue su domicilio, ubicado en las entre las calles Sucre y la Octava.

Fuente: Revistaestadio.com