Opinion: Oton Chavez y su columna casilla deportiva...

Dolor de padres

¿Cómo es posible que alguien muera en un estadio producto de una actitud irresponsable? ¿Cómo reparar la vida de un niño que va a vivir sanamente un espectáculo deportivo? ¿Cómo reparar el dolor de sus padres?

El deporte, siempre lo hemos dicho, es uno de los mejores ejemplos que se manifiestan como la alegría del vivir. El deporte es disciplina, organización, plan de trabajo, metas por las que se luchan por cumplir. Es escuela y forma de vida. Es, en definitiva, la antítesis de la muerte.

Desde pequeños llevé a mis hijos al estadio, desde pequeños ahora mis nietos también me acompañan, ¿acaso los llevo bajo la peregrina idea de que algo malo les puede suceder por efecto de algunos extraños?

¿Cómo es posible que alguien muera en un estadio producto de una actitud irresponsable? Estoy seguro, muy seguro, que el que lanzó el proyectil no pensó jamás que podría matar, pero, el mismo acto de apuntar una bengala a una multitud es de una irresponsabilidad criminal. ¡Allí está el resultado!

¿Cómo reparar la vida de un niño de 11 años que va sanamente a vivir un espectáculo deportivo y le quitan la vida? ¿Cómo reparar el dolor de sus padres? Yo lo digo y lo dice cualquiera, el dolor de un padre cuando pierde la vida un hijo es irreparable, no resiste ni el más fuerte consuelo.

El deporte, especialmente el fútbol, no puede producir, más allá que la pena por la pérdida o alegría por un triunfo, ¡y nada más! Por sobre todas las pasiones. Cuando fallecen nuestros padres lo consideramos un hecho casi normal, pero la muerte de un hijo debe ser desgarradora y enorme, porque un padre daría gustoso la vida si dependiera que por ello su hijo sigue viviendo.

Hace muchos años una hermana mía, menor que yo, falleció de grave enfermedad. Mi madre jamás se repuso de esa pérdida. Algunas veces observábamos a nuestra madre que se arrinconaba en profundos y largos silencios y a veces se le escapan algunas lágrimas.

Nunca nos dijo por qué y después lo comprendimos. El día que falleció nuestra madre por un violento infarto cardiaco, al intentar abrir su mano derecha sólidamente cerrada, había logrado tomar de su cartera una cajita que siempre llevaba consigo. En su interior estaba la foto y un pedazo de cabello de nuestra hermana fallecida. Entonces comprendimos, ya adultos, ese profundo e irrevocable dolor maternal.

A mis lectores que me disculpen estas palabras, pero es que como hombre que ama el deporte no puedo concebir que se muera alguien por una actitud irresponsable y llegar hasta los padres de Carlitos Cedeño Véliz con un fuerte y solidario abrazo y decirles que el deporte es bello y que nada tiene que ver con la muerte.



Otón Chávez Pazmiño

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